miércoles, 21 de mayo de 2014

Cap. III: EL CAMERINO

Valentina Cinquemani siguió con la mirada al director del Hotel hasta que este cerró la puerta del salón.  Tras una pausa de varios segundos, le escuché hablar por primera vez. Tenía un fuerte acento italiano, pero en general su nivel de inglés era sobresaliente. 

“Imagino que todos los presentes en el cóctel de anoche somos sospechosos. ¿Estoy en lo cierto, signore?”

“Así es. Cualquiera de los invitados, entre los que me incluyo, tuvo la oportunidad de subir a la terraza del restaurante del Ashmolean y disparar a la víctima. Como alcalde de esta ciudad, me veo incapaz de mirar hacia otro lado y no colaborar con la policía en la tarea de encontrar al responsable. Por ello estoy aquí, para conocer su versión de los hechos y, por supuesto, la de su querida hija.” 

La joven Francesca bajó sus gafas de sol para mirarme incrédula por encima de la montura. Noté que había estado llorando, y no pude evitar preguntarle por la relación que tenía con la modelo rusa. 

“Para empezar, me gustaría saber la relación que mantenía la señorita con Marina Ivanov. ¿Se conocían?” -sabía perfectamente la respuesta a aquella pregunta, pero decidí fingir que no había notado el odio que irradiaba Francesca hacia Marina durante el desfile-.

El joven camarero pelirrojo volvió a entrar en el salón esta vez más relajado. Mientras recogía los trozos de porcelana del suelo y limpiaba el charco de té de la mesa, Francesca respondió a mi pregunta.

“Por supuesto que nos conocíamos… ¡Marina era mi mejor amiga!”

A Francesca se le quebró la voz en mitad de la frase y comenzó a llorar desconsoladamente. Su madre sacó del bolso un paquete de pañuelos y le pasó uno.

“Cuánto lo siento señorita… Sin embargo tengo entendido que en la noche del crimen no atravesaban una buena situación”.

Francesca dejó de llorar y su expresión se volvió agresiva. 

“¿ESTÁ DICIENDO QUE YO MATÉ A MI MEJOR AMIGA? Es imposible. Usted mismo me vio junto a Jean Louis minutos antes de su discurso. ¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE REPETIR QUE HE DEJADO LAS DROGAS? Admito que fui una mala influencia para Marina, pero no es justo el trato que estoy recibiendo por parte de la opinión pública.” -la joven volvió a llorar de forma más exagerada-.

Valentina Cinquemani tranquilizó a su hija y le dijo unas palabras en italiano que no pude entender.

Gracias a esta confesión, entendí que la “traviesa” Francesca Cinquemani había sido la responsable de que Marina cayera en aquel círculo de adicciones. Tomé una decisión y decidí sacar el as que guardaba en mi manga.

“Si mantiene que atravesaban un buen momento en su relación de amistad, por qué miraba con tal odio a su mejor amiga en uno de los desfiles más importantes para ella?”

Francesca enrojeció y dio un sorbo a su té.

“Tal vez deba hacerle esa pregunta a mi madre.”

La gran diseñadora Valentina Cinquemani no se lo pensó. Recogió sus cosas y sin mirar a su hija, abandonó la estancia dando un fuerte portazo. 
______

Dominic y yo salimos del Randolph confusos. Decidimos aplazar la conversación con Valentina Cinquemani debido a su inesperada actuación. Nos sentamos en un banco de Beaumont Street e hicimos un repaso a las conclusiones que habíamos conseguido extraer en el salón del té del hotel.

  1. Filipo Randolph no estaba en el Ashmolean Museum durante el desfile. Sin embargo, su coartada era inquebrantable: sí estaba presente durante mi discurso, y concretamente en el momento del disparo. De hecho, le sujetaba a Valentina su copa en un momento de nerviosismo (todavía debíamos determinar el motivo). Además, intentó esconder a toda costa la mancha oscura de su pañuelo, sin éxito. Dominic y yo coincidimos en que debíamos mantener una charla con el camarero pelirrojo. Percibimos que la presencia de Filipo en la sala provocó su nerviosismo, y los improperios que le dedicó tras el accidente no eran normales para ser el primer día de un empleado.
  2. Francesca Cinquemani supuso una mala influencia para Marina unos años antes. La mirada de odio que le dedicó durante el desfile tiene un motivo relacionado con su madre, Valentina Cinquemani. Dedujimos que su relación con Jean Louis Chevalier no era buena. A fin de cuentas, el hombre rubio salvó a su novia de las drogas y evitó a toda costa que se juntara con Francesca durante un largo periodo de tiempo. Su coartada no es del todo clara. Sí estuvo presente durante el cóctel, sin embargo desapareció minutos antes de mi discurso (no se encontraba junto a su madre en la primera fila). Pudo haber quedado con Marina en la terraza y dispararla debido a una bronca previa al desfile (hay que tener en cuenta la situación de inestabilidad psicológica de la joven heredera).
  3. Valentina Cinquemani apenas se expresó durante mi reunión. Sin embargo, percibí una profunda tristeza en sus ojos. Estaba presente en mi discurso en el momento del disparo, pero un su nerviosismo había llegado a tal extremo que Filipo Randolph tuvo que sujetarle la copa. ¿Qué le preocupaba a Valentina? ¿La discusión con su hija antes del desfile provocó esta actitud? También debíamos descubrir al donante anónimo que consiguió traer al equipo de Cinquemani a Oxford para presentar su colección. Estábamos convencidos que este hecho era muy importante en la historia, una gran suma de dinero implica siempre avaricia por parte de alguien.

Dominic terminó de anotar estos detalles y nos levantamos. Ante nosotros, el gran Museo Ashmolean permanecía imperturbable, a pesar del terrible acontecimiento por el cual había sido protagonista en todo el mundo. Grupos de vecinos curiosos permanecían tras el cordón policial esperando nuevas noticias o descubrimientos en el caso. 

Levantamos la cinta y subimos las escaleras que daban a la explanada. Una mancha de sangre seca perteneciente a Marina Ivanov había teñido el suelo de piedra del patio principal. Levanté la vista hacia la terraza del restaurante y recordé el trágico momento que habíamos vivido la noche anterior. De pronto, caí en la cuenta de que no habíamos tocado un detalle fundamental en la investigación. 

“Dominic, ¿recuerdas cómo entramos al restaurante tras el asesinato?”

Mi compañero cerró los ojos haciendo memoria.

“Subimos junto a Lancaster y el Decano las escaleras del Museo. Llegamos exhaustos a la puerta del restaurante y…”

“¿Y?”

“Estaba cerrada con llave…”

Dominic me miró extrañado durante unos segundos hasta que finalmente entendió  lo que estaba intentando decirle.

“El asesino debía tener la llave de la puerta del restaurante. Después de apretar el gatillo y matar a la joven modelo, procuró cerrar la gran puerta de cristal para obstaculizar el paso de la policía” -dije decidido-.

“Pero Octavio… ¿Para qué querría el asesino perder tiempo cerrando una puerta sabiendo que íbamos a subir a toda prisa a buscarle?

“Dominic, estoy convencido de que el propósito del asesino no era que el cuerpo cayera a la explanada. El criminal había trazado un plan que consistía en matarla silenciosamente en el restaurante, cerrar la puerta con llave y volver al cóctel tranquilamente. Cuando alguien se diese cuenta de que faltaba la protagonista de la noche ya habrían pasado varias horas y el asesino habría incluso abandonado el museo. Sin embargo, su plan se truncó cuando la Ley de la Gravedad se entrometió y provocó que Marina interrumpiera mi discurso. El asesino salió corriendo del restaurante temiendo ser descubierto y no supo improvisar un nuevo plan, así que cerró la puerta del restaurante tal y como había planeado.”

“Sigo pensando que algo no encaja.”

El Inspector Pharrell apareció en escena interrumpiendo nuestra conversación. Parecía que tenía nuevas noticias que darnos.

“Señor Alcalde, qué le trae por aquí?”

Le expliqué que debía participar con él y su equipo para resolver el caso. Había sido uno de los testigos principales del crimen y me veía en la obligación como alcalde de Oxford de solucionar aquel enigma.

“Señor Middlebourn… Esto es más serio que una simple partida al Cluedo. Confíe en la policía y todo irá bien. Un asesino anda suelto y no es recomendable situar a una figura pública como usted en el punto de mira, nunca mejor dicho”.

“Acepto sus consejos, pero le he hecho una promesa a mi mujer. Me gustaría saber la evolución de sus investigaciones. Sospecho que su equipo ha descubierto nuevas pistas.”

“Creo que no estoy autorizado para revelar los detalles de la investigación, señor alcalde”

Le miré levantando las cejas. 

“Está bien querido Pharrell, queda autorizado por el mismísimo alcalde”.

El Inspector Pharrell suspiró y nos indicó con un gesto de su mano que entráramos en el Museo por la puerta giratoria.
La emblemática “Galería de las Estatuas” permanecía igual que el día anterior. La pasarela y los asientos seguían en la misma posición, con la diferencia de que algún miembro de la policía científica los ocupaban en aquel momento. Nos adentramos en el “backstage” de la pasarela, una gran carpa con paredes de lona blanca. La carpa era rectangular y estaba dividida en diferentes habitáculos, los camerinos de las modelos y de Valentina Cinquemani. El de esta última permanecía cerrado con llave, sin embargo pudimos entrar en el de Marina Ivanov. Pharrell nos ofreció asiento en unas sillas plegables de madera.

“Bien… Tenemos nuevas noticias que nos acercan a la solución del caso. No obstante, he de decirles que estos hallazgos complican y enredan nuestra labor de encontrar al asesino”

El Inspector Pharrell abrió una carpeta que descansaba en una mesilla y nos mostró una fotografía. Había sido tomada por uno de los periodistas en el momento del desfile. Marina Ivanov aparecía cruzando la pasarela con paso decidido. El policía señaló al cuello de la modelo.

“¿Ven este colgante? Se le conoce como el “Diamante del Ashmolean” y se trata de una de las piedras preciosas más valiosas del planeta. Hasta ayer estaba expuesto aquí, en el Ashmolean. El director del Museo, Sir Arthur  Belgravia, autorizó que Marina Ivanov lo llevara durante el evento en homenaje a la decisión de Cinquemani de elegir su Museo para albergar el evento. Sir Arthur lleva una semana en Suiza debido a un viaje de negocios, y no llegará a Oxford hasta el domingo. Puedo asegurarles que su valor asciende a varios millones de libras.”

No hizo falta que continuara.

“Sospecho que el diamante no estaba en el cuello de Marina cuando cayó en la explanada”.

El Inspector asintió cerrando los ojos. Estaba claro que el asesinato había sido producto de la avaricia, tal y como habíamos aventurado Dominic y yo minutos antes. El móvil del asesinato había sido sin duda el robo del Diamante. Aparentemente ningún sospechoso tendría otro motivo para matar a la joven de aquella manera.

“Pero eso no es todo lo que tengo que mostrarles, caballeros”.

Pharrell sacó de la carpeta una serie de sobres blancos. Los esparció por encima de la mesa y nos explicó su significado.

“Hemos encontrado estos sobres en el cajón del tocador del camerino. Todos guardan notas escritas a máquina por un anónimo. La primera carta fue escrita hace cinco meses, tal y como demuestra la fecha en su encabezado”.

Pharrell extrajo con cuidado la misiva y nos la mostró.


Querida, mi corazón es todo tuyo. Aquella noche en París está grabada a fuego en mi mente. No puedo esperar a verte. Te necesito conmigo en Oxford, para siempre. 
Ambos sabemos que nuestra relación no podrá ver nunca la luz, pero no podría vivir si no te vuelvo a ver.
Te espero.

Tomamos la segunda carta y continuamos leyendo. Databa de hacía tres meses.

Me conformo solo con verte en las portadas y solamente veo la televisión para disfrutar de tu hermoso rostro. Cada día estoy más convencido de que no puedo vivir sin ti. Necesito que estés junto a mi. Para siempre.
Te amo.

El último mensaje había sido hacía un mes.

Ya no aguanto más. Necesito sentirte a mi lado y olvidarme de lo que piensen de nuestra relación. Me da igual gastar una fortuna si eso significa tenerte en Oxford junto a mi. El Museo Ashmolean ya ha aceptado tu presencia aquí gracias a una donación que he llevado a cabo. No te preocupes, todo quedará en el anonimato. 
Nos vemos en un mes, no puedo contener la emoción.


________

Había llegado el momento de despedirnos de Pharrell. El hallazgo de las cartas nos abrió los ojos para entender que Marina Ivanov mantenía una relación paralela con un amante que habitaba en Oxford, el cual resultó ser el autor de la donación anónima al Museo y a Cinquemani. Un interrogante surgió debido al descubrimiento: ¿el donante anónimo y el asesino eran la misma persona? ¿Fue Marina Ivanov víctima de una trampa para que el homicida consiguiera robar el Diamante? 

El Inspector nos acompañó hasta la puerta. Justo en el momento en el que nos íbamos a separar, me vi en la necesidad de hacerle una última pregunta.

“Inspector, la única forma de acceder al restaurante es por la puerta de cristal?”

Pharrell negó con la cabeza.

“Señor Middlebourn, el restaurante tiene una salida de emergencia alternativa”.




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