En poco más de dos semanas parto a Oxford. Por eso me he propuesto disfrutar del Madrid más cultural el tiempo que me queda en vez de hacer todos los días lo mismo. También me he aficionado al Canal Cocina y he empezado a hacer algunas cosas (antes mi plato estrella era el huevo frito en el microondas), porque allí no voy a tener a nadie que me haga la comida… Pero esa es otra historia.
El jueves de la semana pasada cumplí uno de mis sueños: conocer a Maria José Campanario. Es broma! Asistí de público al programa de Pablo Motos, el Hormiguero. El programa no fue en directo, así que pudimos vernos más tarde en casa. Fue una experiencia muy chula, me encanta el mundo de la televisión y sobretodo el misterio de “detrás de las cámaras”. No os podéis imaginar todo el trabajo que tiene montar un programa de televisión de solo 45 minutos de duración, y más un programa como es el Hormiguero. Terminé con agujetas en las manos de tanto aplaudir, fue increíble!
El martes me llevé una gran sorpresa. Un amigo consiguió entradas para la ópera y sin pensármelo dos veces acepte la invitación. Ir a la ópera estaba en mi lista de “Cosas que hacer antes de Morir”, así que no podía desaprovechar la oportunidad. Me desplacé con tres amigos más al gran Teatro Real de Madrid, uno de los teatros de la ópera más importantes de Europa y uno de los principales monumentos de la capital. La ocasión merecía asistir con traje y pajarita (algo que me encanta) debido a que pocas veces se tiene la oportunidad de asistir a un estreno en el Teatro Real. Mi sorpresa llegó cuando fuimos las únicas personas del evento vestidas con traje. Pero bueno, el “postureo” puede con todo!
La ópera que se iba a representar era Alceste de Cristoph Willibald Gluck. A pesar de no ser de las obras más conocidas, los cantantes y la trama estuvieron genial. El edificio en sí es impresionante, cuenta con más de 1700 localidades distribuidas en 5 plantas. En el descanso de la mitad de la obra aprovechamos para pasear por los preciosos salones del Teatro, llenos de tapices, alfombras y cuadros. Nuestra velada terminó en el clásico Café de Oriente, situado a pocos metros del Teatro Real. Un pianista nos deleitó con famosos temas mientras tomábamos unas tapas.
Al día siguiente culminé mi semana cultural yendo al Museo Reina Sofía. Parece mentira que haya tardado tanto tiempo en visitarlo por primera vez. El museo por fuera es grandioso y moderno. Las exposiciones del interior son de obras vanguardistas y contemporáneas. Me quedo con los de siempre: Picasso, Miró y Dalí.
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